Relación económico-ambiental, el objetivo del INDEC que el mundo persigue hace décadas

​El organismo comenzó a elaborar un sistema de cuentas que medirá el vínculo entra ambos sectores para el Desarrollo de Estadísticas Ambientales (MDEA), que proporciona una estructura organizada en seis componentes.

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) se encuentra en la primera etapa de elaboración del Sistema de Cuentas Ambientales y Económicas (SCAE), un nuevo dominio que buscará medir la relación entre la economía y el ambiente, que una vez concluido ayudará a las áreas de gobierno y a la sociedad en general a tomar decisiones con un mayor nivel de información.
Así lo explicaron a Télam Pablo Ceballos, director del Sistema Estadístico Nacional, y Gabriela Ackerman, coordinadora de Organismos Nacionales, en el marco del abordaje de uno de los desafíos de los entes estadísticos de todo el mundo que, en las últimas décadas, procuran avanzar en la medición de cuestiones que dominan la agenda global en materia política, económica y ambiental.

Uno de los principales obstáculos con el que se encuentran los gobiernos para definir políticas referidas al desarrollo sustentable es, precisamente, la falta de un sistema estadístico que ayude a identificar los problemas a resolver, lo que dio lugar a sucesivos encuentros y debates en las últimas décadas.

Por dar un ejemplo, en la elaboración del Producto Bruto Interno (PBI) no se cuenta con información sobre el impacto del monocultivo en la degradación del suelo u otros aspectos muy presentes en la realidad económica de muchos países.

Ceballos precisó que una vez que se resuelvan esas cuestiones «las cuentas nacionales se van a seguir haciendo como se vienen realizando», por lo que no será necesario ningún empalme entre datos nuevos y viejos, ya que el nuevo conjunto estadístico será un enfoque complementario.

«Contar con esa información va a dar un set enorme de análisis sobre la evaluación de la economía argentina relacionada con el ambiente, cuánto lo estamos degradando, si estamos extrayendo más de lo que le devolvemos», expresó, para agregar que con ese nuevo material «cada área de gobierno, cada ministerio, cada provincia podrá tomar decisiones con información mucho más robusta».

En la Argentina, señaló Ackerman, el Indec «actúa como rector de estadísticas», en el sentido que «no sólo va a producir nuevos datos, sino que estamos organizando, ordenando y sistematizando toda la información existente».
Ceballos complementa la explicación y señala que «ya hay mucha estadística ambiental, que es justamente la que hace el Ministerio de Ambiente, pero hay que separar lo que es estadística ambiental de lo que es contabilidad económica y ambiental, con una rigurosidad y una profundidad técnica que le da el Indec, alineado con las metodologías internacionales».

Entre octubre de 2022 y abril de 2023 el Indec constituyó un equipo de trabajo para identificar y recopilar las estadísticas ya publicadas por alguno de los productores del Sistema Estadístico Nacional, así como contactar a otras áreas estatales para mejorar el conocimiento de cuestiones específicas.

De todo este trabajo que demandará «varios años», según señalaron especialistas consultados por Télam, surgirá «un conjunto de cuentas que darán información sobre la interrelación de la economía con el ambiente en distintos aspectos temáticos, como el agua, el suelo, el aire o los bosques».

«Si se espera un ‘IPC ambiental’, que cada mes dé a conocer un número que diga que las condiciones ambientales subieron o bajaron, la respuesta es ‘no'», adelantó Ceballos, en tanto Ackerman precisó que las estadísticas ambientales «no son un índice, sino un conjunto, una forma distinta de mirar el ambiente y la economía».

Ese conjunto se agrupará en un primer grupo de cuentas relacionadas con el stock de recursos, un segundo bloque referido al flujo del ambiente al sistema económico (extracción, intensidad, uso de esos recursos) y viceversa (residuos, emisiones de gases, aguas residuales), en tanto el tercer conjunto de cuenta abordará la gestión política de esos temas.

Previa a esa clasificación, el trabajo se centra en la actualidad en el Marco para el Desarrollo de Estadísticas Ambientales (MDEA), que proporciona una estructura organizada en seis componentes (de los que a su vez derivan 21 subcomponentes y más de cien estadísticas), que son: Condiciones y calidad ambiental; Recursos ambientales y su uso; Residuos; Eventos extremos y desastres; Asentamientos humanos y salud ambiental y Protección, gestión y participación/acción ambiental.

Una vez concluida esa etapa, el siguiente paso será avanzar en el SCAE, adoptado en 2012 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como un estándar estadístico internacional.
Según el relevamiento de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), México, Colombia, Guatemala y Ecuador ya cuentan con una «implementación avanzada» del SCAE, en tanto Costa Rica, Chile, Brasil, Uruguay, Paraguay, Perú, República Dominicana y Jamaica iniciaron el trabajo de las «primeras cuentas».

Para sumarse, en una primera instancia, a este último grupo de países, la Argentina avanzó en la recopilación de datos y en la elaboración de un documento de trabajo titulado «Hacia la construcción de un sistema de cuentas ambientales y económicas», al que se puede acceder ingresando a la web del Indec.

«Ahora viene una etapa de desarrollo metodológico y conceptual, con una interrelación mucho más profunda con otros actores municipales, provinciales y nacionales», destacó Ceballos, quien caracterizó la tarea como parte de «una hoja de ruta, una estrategia que atraviesa distintas gestiones».

Al respecto – y dejando en claro el tiempo que demandará- consideró a la tarea como «un granito de arena, a partir del cual las próximas gestiones puedan tomarlo, porque esto no se hace en dos, tres o cuatro años, sino que tiene que ser sistemático y permanente».

Un objetivo que se busca desde hace 36 años
Las complicaciones por encontrar un cuerpo estadístico universal que sirva de explicación y comprensión de la relación entre la economía y el ambiente quedan en evidencia si se tiene en cuenta que el mundo lleva por lo menos 36 años detrás de este objetivo.

En consonancia con la preocupación por la degradación ambiental, los efectos del cambio climático y la crisis del abastecimiento de energía derivada de combustibles fósiles, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicó en 1987 el Informe Brundtland, realizado por una comisión encabezada por la primera ministra noruega Gro Harlem Brundtland, en el que se advirtió sobre los costos ambientales que acarreaban las políticas de desarrollo de entonces.

El informe llevó por título «Nuestro futuro común» y en él se acuñó un concepto que pasó a dominar las agendas de gobiernos, organismos y la sociedad en general: desarrollo sustentable.

Hubo que esperar cinco años para que se convocara a la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medioambiente y Desarrollo en Río de Janeiro, que constituyó el puntapié inicial para establecer «en todos los países sistemas nacionales integrados de contabilidad ambiental y económica».

En 1993 la ONU publicó una versión provisional del manual de contabilidad nacional conocido como Scaei (Sistema de Contabilidad Ambiental y Económica Integrada), al que se siguieron varias versiones perfeccionadas.

En 2007, la Comisión de Estadística de las Naciones Unidas decidió iniciar un segundo proceso de revisión con el fin de adoptar, en un plazo de cinco años, el SCAE (Sistema de Contabilidad Ambiental y Económica) como un estándar estadístico internacional, tarea que se completó en 2012.

El propósito del SCAE como primer estándar internacional para la contabilidad ambiental y económica es el de ser «implementado en forma flexible y modular, dadas las posibilidades de cada país, la información estadística ya disponible y aquella que fuera factible producir, y sus temáticas prioritarias», de acuerdo con lo señalado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (indec).

De todos modos, los avances en el mundo no se dan de manera uniforme y el último relevamiento de la ONU señala a 89 países que ya lo implementan, 34 en la tarea de recopilación de cuentas estadísticas y 27 aún en planes para hacerlo.

En la Argentina, los primeros antecedentes datan de 2004, cuando la entonces Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable creó el Sistema de Indicadores de Desarrollo Sostenible para Argentina (Sidsa) y cuatro años más tarde publicó el Primer Compendio de Estadísticas Ambientales, que abarcó temas como la atmósfera, las condiciones meteorológicas, los recursos hídricos, la biodiversidad de especies, la tierra, la energía, las actividades industriales productivas, los incendios forestales, la gestión y la participación ambiental.

En 2015, la Secretaría publicó la primera experiencia en la aplicación del (Marco para el Desarrollo de Estadísticas Ambientales) y en 2020, ya como Ministerio, desarrolló el Sistema Integrado de Información Ambiental (Sinia), una de las fuentes utilizadas por el Indec en la tarea que desembocará en el SCAE.

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