Su conmemoración se debe a la promulgación de la Ley Nº 419, que hizo posible la creación de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), para fomentar la lectura. Su impulsor fue Domingo Faustino Sarmiento.
La Biblioteca Popular Franklin resulta ser la más antigua, de este tipo, de Sudamérica.
Cada 23 de septiembre en la Argentina se celebra el Día Nacional de las Bibliotecas populares en homenaje a la creación de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), a la que dio vida el prócer argentino Domingo Faustino Sarmiento, con el objetivo de fomentar el desarrollo del libro y la cultura.
Gracias a la promulgación de la Ley Nº 419, el 17 de junio de 1866 surgió la primera Biblioteca Popular en San Juan, provincia en la que nació Sarmiento, quien fue el impulsor de la iniciativa junto a la contribución de un grupo de personas que colaboró en el propósito.
Así surgió la Biblioteca Franklín que desde ese entonces a la actualidad continúa brindándose a la sociedad cumpliendo con los mismos fundamentos y objetivos que trazó Sarmiento: fomentar la cultura y el hábito de la lectura, de forma tal que al día de hoy se constituye como la biblioteca popular más antigua de Sudamérica.
Sarmiento, considerado el “Padre de las aulas”, se había inspirada en los Clubes de Lectores, ideados por Benjamin Franklin en 1727 en Filadelfia, y en las experiencias estadounidenses ubicadas en aldeas y ciudades. Esos movimientos culturales, en 1870 dieron lugar a la construcción de las bibliotecas populares, que con el tiempo aumentaron dadas las necesidades de la comunidad.
A diferencia de las bibliotecas tradicionales, las populares son definidas como asociaciones civiles autónomas. Su distintivo es que son creadas por iniciativa comunitaria, es decir, por vecinos de una localidad o un barrio que son también quienes las sostienen. Se trata de organizaciones no gubernamentales que generan sus propios fondos —de acuerdo a una cuota mínima que le cobran a sus socios.
Mientras en 1990 en el país había 971 bibliotecas populares, las cifras oficiales dicen que a fines de 2000 el número creció a 1.921, de acuerdo a datos arrojados de un estudio publicado por el Primer Anuario de indicadores culturales, material editado por la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Actualmente hay casi 2.000 bibliotecas y 30.000 voluntarios y voluntarias a lo largo y a lo ancho del país.
Creció la lectura en cuarentena:
Según un relevamiento que abarcó desde el inicio del aislamiento obligatorio, el 20 de marzo, hasta el pasado 1º de agosto un 45,7 % de los consultados reconoció haber comenzado a leer con más frecuencia durante las restricciones impuestas por el coronavirus.
El 66,2 % de esa totalidad afirmó haber recobrado “costumbres de lectura que habían abandonado por falta de tiempo”, en tanto que un 21,4 % manifestó que el afán por distraer la mente y relajar temores lo llevó a sumergirse por mucho más tiempo en la lectura y, por último, el 12,4 % restante, señaló que se inició en la lectura para combatir el aburrimiento.
Durante la cuarentena se incrementó la lectura.
El relevamiento fue realizado por la firma Ghostwriter Argentina sobre un total de 7834 casos efectivos, en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, Gran Buenos Aires, Mar del Plata, Rosario, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Neuquén y Santa Cruz.
El informe se concretó a través de una investigación cuantitativa y en base a un cuestionario estructurado que se canalizó en una encuesta telefónica (IVR) sobre ciudadanos residentes, hombres y mujeres de entre 18 y 65 años, en condiciones de “pero sin actividades laborales ni profesionales inherentes a la lectoescritura”.
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